Saben ustedes que la Diputación es una institución orientada al servicio de los municipios de menos de 20.000 habitantes. Sin embargo, de manera puntual, ante eventos o situaciones en las que se considera necesaria nuestra participación, gustosamente nos ponemos manos a la obra. Es el caso del circuito de flamenco que estamos desarrollando en el Casco Antiguo de Almería, habida cuenta del hambre de cultura y vida que están pasando los vecinos de este barrio y que está afectando de manera muy particular a los propietarios de establecimientos públicos de todo tipo. Los dueños de esos bares, tan entrañables como Casa Puga, Jacarandá o Encuentro, que guardan entre sus losas el regusto a la Almería de siempre, se pusieron en contacto el Patronato de Turismo de la Diputación para demandarnos alguna intervención que llamara a la gente hacia esta zona de la ciudad, hoy tan abandonada y olvidada por la mayoría de los ciudadanos.
Es cierto que el Casco Histórico de Almería no tiene aparcamientos como los auditorios o los centros comerciales, tampoco las grandes franquicias han querido echar raíces aquí y las casas más lujosas de la ciudad ya no se encuentran entre sus calles, pero, sin embargo, se trata de una zona de extraordinaria riqueza que debemos preservar y rescatar para generaciones futuras. Pero también para el presente, porque lo cierto es que aún hay personas que viven y trabajan allí, y que merecen igual trato que el resto. Por otro lado, se trata de una zona que hay que recuperar para generar ingresos vía turismo. No es casual, por tanto que el Patronato Provincial de Turismo de la Diputación se haya marcado el objetivo de recuperar la cultura del flamenco en el barrio.
Este Circuito de Flamenco ha demostrado hasta qué punto este barrio es tierra fértil, pues todas las veladas que hemos celebrado en establecimientos de la zona han sido un clamoroso éxito, no sólo por la calidad de los artistas, ni por dar empuje a nuestros jóvenes valores, ni por la peculiaridad de devolver el flamenco a su lugar de origen, sino por la cantidad de personas que, de manera extraordinaria, se han desplazado desde otros lugares de la ciudad o incluso de la provincia para disfrutar la cultura en su estado natural. Porque, lo cierto es que hay “hambre de cultura” en Almería, verdadera necesidad de recitales, sed de veladas poéticas, ganas de concursos de pintura y ansia de perderse por las calles de la ciudad siguiendo la melodía un violín en las frías noches de invierno. Entre Shakira y el Festival de Tangos existe un universo que hasta ahora nadie se ha atrevido a vislumbrar y es tan extenso y tan próximo a todos, tan cotidiano y tan necesario que algún día alguien tenía que abrir la puerta ante nuestras narices para recordarnos a qué sabía.
Estoy muy satisfecho de este circuito de flamenco. Ojala que desde el Patronato Provincial de Turismo pudiéramos hacer mucho más por la cultura en la capital. Desde Diputación ya venimos colaborando en el Festival de Teatro del Siglo, a cambio de que las compañías repartan su arte entre los pueblos de la provincia. También contribuimos a mover el panorama cultural de la ciudad con el Festival Internacional de Cortos y todo lo que ello supone de promoción turística. Y un sinfín de actividades de menor calado en las que estamos presentes a través de colectivos ciudadanos de distinta índole. Pero no es sólo cultura, sino turismo y economía, ganancias y riqueza.
No dejen de asistir a alguno de los recitales que aún nos quedan: el 30 de marzo en el Bahía de Palma y el 6 de abril en la bodega Montenegro. Salgan a la calle a recordar el sabor de la seguirilla, la bulería o el taranto y hagamos de este barrio, con nuestra presencia en las calles, un reclamo turístico de primera magnitud para la provincia.